Como Asistente Social, tuve la oportunidad de trabajar en una escuela rural de la comuna Buin, en la cual realicé una hermosa labor en el Programa de Integración Escolar (PIE), trabajo que desarrollé con mucho compromiso, respeto y dedicación por las familias que debía intervenir, entregando apoyo psicosocial y herramientas para la adquisición de materiales y gestión de talleres de habilidades parentales, todo con el objeto de disminuir la deserción escolar de niños, niñas y adolescentes.

Es por esta razón que siento y pienso que la deserción escolar es un problema que nos concierne a todos.

No solo afecta a los niños que abandonan el sistema educativo, sino también a la sociedad en su conjunto. Es tarea de todos encontrar fórmulas efectivas para lograr que estos niños regresen a las aulas y tengan una oportunidad justa para prosperar en el futuro.

Para entender de buena forma este fenomeno social, la primera pregunta que debemos hacernos es: ¿por qué los niños abandonan la escuela?

Las razones pueden ser diversas y complejas. Muchas familias se ven obligadas a retirar a sus hijos de las escuelas o jardines infantiles por la pobreza, la falta de recursos económicos o las responsabilidades familiares.

Otros, deben enfrentar problemas de aprendizaje, donde los padres por falta de conocimientos y herramientas adecuadas, no pueden guiar de buena manera a sus hijos, lo que los lleva a sentirse solos y desmotivados, y complementario a esta situación de vulnerabilidad se encuentran con un entorno escolar poco propicio para su desarrollo.

Por otro lado, vemos que el cierre temporal de las escuelas durante la pandemia, no sólo impactó en la pérdida de aprendizajes durante el año, sino que también generó la pérdida de conocimientos adquiridos previamente.

Asimismo, el confinamiento del COVID- 19, aumentó la conflictividad intrafamiliar durante los periodos de cuarentenas, provocando así un incremento en la violencia hacia los niños, niñas y adolescentes, los cuales se ven reflejados en la convivencia escolar con sus pares y docentes.

Es este contexto, es relevante tener presente los factores de riesgo que viven los padres y madres, y cuidadores, puesto que, en situaciones de pobreza, desempleo, exclusión social, hacinamiento, violencia y movilidad humana, el estrés de ellos suele ser más crítico.

Para abordar eficazmente este desafío, es necesario un enfoque integral que involucre a todos los actores educativos: padres, docentes, autoridades y la comunidad en general.

La tarea no es solo responsabilidad de la escuela, no obstante, es la segunda casa de muchos estudiantes que encuentran protección, alimento, cuidados y, descubren un espacio seguro para su desarrollo educativo, social, cultural y psicológico.

En primer lugar, es fundamental identificar y abordar las múltiples causas de la deserción escolar.

Esto implica la implementación de políticas públicas locales que brinden apoyo económico a las familias en situación de pobreza, así como programas de educación inclusiva para aquellos niños con dificultades de aprendizaje.

Además, es necesario fomentar campañas de concientización que enfaticen la importancia de la educación y destaquen los beneficios a largo plazo que esta brinda. Es importante que las familias socialicen estos temas con sus hijos, ya que la educación es un medio para entregar conocimientos, herramientas útiles para el desempeño y desarrollo de su vida, genera lasos de afectos con sus pares, desarrolla habilidades socioculturales y psicosociales, que desde la experiencia de aprender haciendo sea su foco principal y no una educación basada solo en la competencia de contenidos aprendidos y estandarizados, si no que valorice las habilidades sociales, el trabajo en equipo, la solidaridad entre sus pares y se potencien las destrezas y habilidades de cada niño y niña en su individualidad y de acuerdo a sus capacidades y formas diversas de aprender.

En segundo lugar, es fundamental mejorar la calidad de la educación.

Los planes de estudio deben ser atractivos y relevantes, adaptados a las necesidades de los estudiantes.

Los docentes deben recibir una formación continua y contar con recursos didácticos adecuados. Es relevante mencionar la carga laboral de los profesores. Asimismo, es necesario crear ambientes escolares seguros y acogedores, que promuevan el respeto y la participación activa de los estudiantes.

Por último, pero no menos importante, es necesario implementar estrategias de seguimiento y reintegración para aquellos niños que han abandonado la escuela.

Estos programas deben brindar apoyo emocional, académico y social, con el objetivo de reconectar a los niños con la educación y facilitar su regreso exitoso al sistema escolar.

Según datos del Ministerio de Educación, entre 2021 y 2022, más de 50 mil estudiantes se desvincularon de sus colegios debido a factores como la baja motivación, problemas de salud mental, y la iniciación de jóvenes en el mundo laboral. A eso se suma que, durante el año pasado, 148 mil escolares presentaron un nivel de asistencia inferior al 50%.

Estos datos son preocupantes y representan un desafío impostergable.

Blanca Rivas Maldonado / Asistente Social / Mediadora Familiar / Concejala de la Comuna de Buin

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