«En esta #COP27 todo lo que se comprometa y proponga será sustancial para que el paradigma cambie y se mantenga vivo el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 °C. y países como el nuestro alcancen la anhelada transición justa»

Monserrat Candia Rocha, Cientista Política y RR. II.

Desde hace varios años siento que deambulo en un bucle temporal, termina septiembre e inevitablemente los medios de comunicación comienzan a sugerir con mayor frecuencia reportajes y artículos referidos a los cambios climáticos, al aumento de las temperaturas en los océanos y en como este clima de características extremas afecta una pequeña aldea en un país del sudeste asiático. “Mientras no pase acá en Chile” podría ser una respuesta tipo de cualquier persona ante semejante bombardeo informativo o bien puede pasar a ser una noticia comentada en la colación diaria o en el whatsapp familiar. De una u otra forma los medios de comunicación contribuyen e inciden para bien o para mal en las opiniones de la ciudadanía sobre este tema.


Acto seguido se habla de la COP. Sí, la Conferencia de las Partes Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), encuentro mundial que reúne a Estados participantes, activistas, partes interesadas, autoridades, científicos y expositores que de manera colaborativa, expositiva y dialogante buscan articular soluciones referidas a la acción climática mediante compromisos adquiridos por los Estados y sus representantes (digamos los gobiernos de turno también)
Sin embargo, a través de los años los discursos han cambiado, sencillamente comenzamos estos encuentros internacionales con aires de esperanza para contener el aumento de las temperaturas planetaria por debajo de los 1,5°C a establecer aires de urgencia ante el abanico de consecuencias posibles frente a lo inevitable y es que estamos viviendo una crisis climática que tiene efectos globales en todas las dimensiones de los seres humanos, como también de los ecosistemas y la biodiversidad.


Chile es un país vulnerable frente a estos cambios climáticos, tanto por el aumento de la temperatura, déficit de precipitaciones, avance de la desertificación y erosión de los suelos entre otras consecuencias del medio físico; como las consecuencias sociales, económicas y políticas que estos cambios provocarían en los territorios. Pero, como país ¿Qué hemos hecho frente a estos encuentros mundiales? Verdaderamente hay compromisos o sólo es una vitrina mundial que hace noticia por los recursos que se gastan en cada reunión.
Es verdad que desde hace años estos encuentros me dejan un sabor a insuficiencia, muchas selfies y poca acción concreta de los Estados, es como si pretendieran alargar los interminables diagnósticos para justamente evitar tomar de decisiones que pueden marcar la diferencia a la hora de enfrentar estas crisis climáticas. Y la realidad es que estamos atrasados, lamentablemente en la COP 26 estos acuerdos fueron insuficientes en materia de reducción de los gases de efecto invernadero para limitar el calentamiento a 1,5 °C. Consultando los datos expuestos por Climate Action Tracker, plataforma de análisis científico independiente que rastrea la acción climática en materia de políticas internas de los estados, apoyo internacional y participación (que recomiendo revisar) el panorama no es muy diferente, de los países con mejor evaluación cuatro se encuentran en África, tres en Europa y uno en Asia, mientras el resto del mundo presenta calificaciones insuficientes o altamente insuficientes. Para alcanzar las metas propuestas, la transformación debe ser absoluta.
Ya no estamos para diagnósticos, sino para tomar medidas concretas como país y cumplir con los objetivos propuesto. Chile en este encuentro 2022 puede liderar las mesas y comisiones donde participará y continuar avanzando para cumplir con objetivo de cero neto para el año 2050 y mejorar sin dudas las proyecciones expuestas al 2030. Para eso debe extender su gestión interna como externa en materia ecológica y fomentar alianzas estratégicas con los países de América Latina, recordemos que somos una región con una alta biodiversidad y ecosistemas que deben ser protegidos de la deforestación, incendios forestales, de la contaminación e intervención de las cabeceras de las cuencas, como de la perdida de los suelos agrícolas que sostienen los sistemas alimentarios. Y por supuesto proteger a las comunidades, pueblos originarios y a la población en general de esta región.


Por mi parte, tengo sentimientos que van desde la esperanza a la urgencia, en una montaña de rusa de suposiciones que me hacen pensar que en esta COP 27 todo lo que se comprometa y proponga será sustancial para que el paradigma cambie y se mantenga vivo el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 °C. y países como el nuestro alcancen la anhelada transición justa.


Monserrat Candia Rocha, Cientista Política y RR. II.

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